La culpa es transversal. Los medios de comunicación no colocan estos hechos en primera plana y la sociedad está cada vez más carente de empatía.
Puede ser por la lejanía con la que se ve el conflicto de Medio Oriente desde Occidente. Eso permite que no se genere interés en la forma cómo se está percibiendo los cruentos crímenes de lesa humanidad contra civiles inocentes.
Grandes masas de personas han debido dejar atrás sus hogares y la vida que con esfuerzo pudieron construir.
Conocer la historia por dentro acerca de una catástrofe que ha arrasado con poblaciones enteras, nos hace preguntarnos por qué Occidente ha tenido una nula respuesta hacia el dolor ajeno.
Este mismo horror es similar a lo que ocurrió en 1945, cuando nadie hizo nada para detener el exterminio judío.
Justamente serán a través de libros que nos enteremos que lo que ocurrió en ese lado del mundo y que pasó frente a nuestras narices y no hicimos nada por detenerlo.
¡Es un conflicto que lleva más de 7 años! En Medio Oriente son millones las personas que fueron abusadas y asesinadas y la comunidad mundial aún no reacciona.
Se puede pensar que la apatía por los conflictos en otros lados, se debe a la cada vez más frecuencia de asesinatos en nuestros propios países. Esa cotidienadeidad hace que normalicemos la violencia y la miseria.
La cifra de muertos provocada por cada bombardeo es abismante. ¿Será que no hemos vuelto inmunes a la tragedia? Y lo peor de todo es que esto no parece detenerse, al menos en un corto plazo.
De acuerdo al Observatorio Sirio de Derechos humanos, en estos últimos 3 días, unas 50 mil personas han debido escapar de la región siria de Guta, buscando salvar sus vidas en medio un conflicto que nos buscaron.
Por otra parte, no hay acción real de parte de los estados y autoridades que ayuden a mitigar el conflicto. La migración obligada ha generado revuelo en países donde han debido poner un freno para no colapsar la red de ayuda, pero ¿qué se puede hacer si los que huyen lo hacen por sobrevivir? ¿Por qué no intentar resolver el problema de fondo ahora y no las consecuencias después?
Claro ejemplo lo vemos a diario con haitianos, venezolanos, colombianos y otras nacionalidades que han debido emigrar hacia ciudades latinoamericanas, y se encuentran siendo objeto de inhumanidad de parte de quienes se creen absurdamente “mejores”.
En vez de dar el ejemplo de respeto por el otro, estamos siendo igual de desalmados como aquellos poderosos que arrasan a pueblos enteros con armas potentes. Les estamos diciendo en su cara “No nos importas, ni tu vida ni quién eres”.
Debemos entender como sociedad que nadie en realidad desea dejar atrás sus hogares y donde han nacido y vivido años para irse a otro país y empezar de cero.
Sabemos que la realidad de Occidente y Medio Oriente son completamente distintas, pero debemos erradicar la idea que se es más por pertenecer a una raza, población o nacionalidad distinta. El ser humano es ciudadano del mundo y tiene el derecho de migrar si su realidad así lo estima.
Los casos de migraciones masivas son producto de una necesidad de sobrevivencia, por lo que es aún más necesario ser abiertos de mente y permitir recibir a aquellos que buscan no perder la esperanza en el ser humano.
Debemos pensar sin límites geográficos y actuar localmente. Al menos podremos calmar un poco los ánimos y avanzar en dar una solución aunque sea en menor escala. No tenemos el poder político para cambiar el destino del conflicto del Medio Oriente, pero sí demostrar cómo se deben hacer las cosas en nuestras comunidades, con respeto.
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