El divorcio es un momento difícil, pero muchas veces e s mejor tomar esa decisión que vivir en un matrimonio donde los problemas son pan de cada día, sobre todo cuando hay niños de por medio. La separación de los padres, si se maneja de buena manera puede conllevar un futuro más feliz para los hijos, pero continuar con algo que hace infeliz a una pareja, también puede ser doloroso para los hijos.
Aquí te dejamos 6 razones para explicarte porque mantener un matrimonio tóxico es peor para tus hijos que resolver divorciarte de tu pareja.
En ellos se reflejará lo insano del matrimonio infeliz de sus padres
Los niños absorben lo malo de la relación de sus padres como si fueran esponjas. Sis sus padres discuten, ellos también lo hacen porque consideran que no es justo vivir al amparo de un matrimonio infeliz y comienzan a tener dudas en relación a si ellos serán capaces de tener una relación amorosa sana.
Los celos, los enojos, el ignorar al otro y criticar son parte de lo que un niño vive cuando sus padres tienen un matrimonio tóxico.
Los hijos nunca se acostumbrarán a ver a sus padres enfadados
Los niños son muy sensibles a los conflictos familiares destructivos y un matrimonio donde no hay respeto no asegura el bienestar de sus hijos.
La constante tensión de los mayores amenaza la seguridad de los más pequeños del hogar y ellos se sienten culpables y rechazados, por lo que tienden a convertirse en adultos con una autoestima baja, con sentimiento de indignidad y falta de confianza.
Los hijos son vulnerables al estrés
Cuando se crece en ambientes tóxicos, es fácil que los hijos no puedan aceptar que una relación de dos pueden haber malos entendidos, mostrando altos niveles de autocrítica, sufriendo su ”autocondena”.
Pueden tener dificultades para construir relaciones con otros
Los niños que crecen en matrimonio tóxicos, suelen tener relaciones sentimentales donde reina el sufrimiento y ellos pueden ver afectadas sus conexiones con otras personas. Estas personas no construyen relaciones equilibradas y las relaciones con sus hermanos son de sobreprotección o muy distantes.
En sus familias ellos saben que no tienen poder para detener el sufrimiento y al convertirse en adultos puede ser difícil que toquen temas como el expresar lo que no les gusta de su pareja.
Intentarán frenar sus emociones y adquirirán malos hábitos
Estos niños querrán evitar las emociones negativas y desarrollar hábitos poco saludables como comer excesivamente, ser adictos a los videojuegos y así escapar de la realidad que los rodea. También pueden tener sentimientos desagradables indirectamente y perder el interés por estudiar, pelear con sus amigos y no querer que otros jueguen con sus juguetes.
Si bien estos niños pueden tener relaciones normales, lo que han visto en sus padres como la agresión verbal o irse sin terminar una discusión mientras el otro queda hablando solo, pueden generar en los niños que expresar sus sentimientos no sea algo bueno.
Ellos pueden comenzar a creer que el enojo y las críticas son un peligro y repetirán el comportamiento de sus padres en sus relaciones.
Los niños son más felices fuera de la toxicidad, incluso cuando sus padres ya no viven juntos. Los que viven en torno a un matrimonio malo pueden desarrollar depresión o ansiedad, mientras que quienes sufren el divorcio de sus padres, con el tiempo logran adaptarse a la situación de sus progenitores.
Lo importante es que sus padres pueden mantener una relación amistosa y respetuosa, donde sus hijos sean lo más importante.
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