Tus Padres Hicieron Lo Mejor Que Pudieron, Perdónalos

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Perdona a tus padres por las carencias afectivas que te han provocado, por el tiempo de mala calidad que te han brindado, por todo el dolor en forma de maltrato que te han dedicado.

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Quizás hoy sufres todas las consecuencias de estos actos que juzgas, que te duelen y que provocan que les guardes cierto rencor a tus progenitores. Sin embargo ellos hicieron lo mejor que pudieron y tú en su lugar, con sus experiencias y su situación, quizás hubieses hecho lo mismo.

Perdona a tus padres porque no han sabido hacerlo mejor, porque nadie les ha enseñado a cumplir este importante papel que han decidido tomar. Tal vez por tu mente muchas veces se ha asomado esa frase que varias personas dicen: “¡entonces no me hubiesen tenido!”.

Pero es algo que tus padres no se merecen oír. Ponte es su lugar y piensa cómo te sentirías si tu hijo te dijese eso. Todo por el simple hecho de no haber sabido hacerlo mejor. Además perdonar a tus padres te ayudará a perdonarte a ti mismo cuando te encuentres cometiendo errores similares.

Nadie está libre de equivocarse y menos tiene entre sus manos la educación y la responsabilidad de criar a otro ser humano. Perdona a tus padres porque sus equivocaciones y errores han tenido algo positivo, aunque no lo creas.

Lo positivo es que tú al ser consciente de todo esto, puedes tomar otro camino, hacerlo mucho mejor. Pero si el rencor continúa en tu corazón, terminarás haciendo lo mismo, aunque no te percates, e incluso mucho peor.

En ocasiones, esta rabia hacia una infancia desastrosa provocada por unos padres que no han sabido hacerlo mejor provoca que durante años carguemos a nuestras espaldas mucha amargura. Nos cuesta encontrar la verdadera felicidad y es que hay algo que no queremos ver ni sanar.

Nuestro orgullo nos impide dar ese primer paso para perdonar y nos quedamos esperando que sea el otro quien se disculpe. Pero no hay que extender más el sufrimiento, es nuestra felicidad la que está en juego y es nuestra responsabilidad escoger el camino que queremos seguir. Ya no somos niños, ya no estamos a merced de nuestros padres.

Ahora somos adultos que deben dar ese primer paso, sin esperar que otros hagan lo mismo. Eso no significa arrastrarse, no implica humillarse ni darle la razón a nadie. Es una de las mejores decisiones que podemos tomar, porque nos liberará de una pesada carga que tiñe nuestro mundo de oscuridad.

Aunque tus padres no hayan aprendido de todo el dolor que te han causado, sí hay alguien que ha comprendido la enseñanza y ese eres tú. El daño provocado te hace sentir muy dolido y no te inspira para sentir confianza sobre el hecho de que haya algo bueno en todo esto, pero así es, aunque no lo creas.

Tú decides si darle la vuelta a todo lo vivido o seguir cargando con eso que te instará a dar los mismos pasos que una vez juzgaste malos. Si todo en la vida nos fuese bien, jamás podríamos aprender.

Es de aquellas experiencia más negativas y que más nos marcan de las que conseguimos sacar los mejores aprendizajes. Esos que nos ayudan a crecer, a madurar y a ser mejores personas.

Antes eras un niño que no tenía poder para cambiar las cosas, pero ahora ya de adulto puedes hacer variar tu rumbo en la vida. Tú decides si perdonar a tus padres y soltar ese angustiante anclaje a un pasado ya lejano o seguir viviendo con rencor y odio hacia esos progenitores que no lo han sabido hacer mejor.


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