Se cree que las almas unidas a través de la energía del amor se encuentran vida tras vidas en sus caminos de evolución, en donde cada una cumple roles importantes para la otra.
Todas las sensaciones y emociones que habitan en una mujer desde el día en que sabe que será madre la inundan hasta que por fin nace ese ser y lo puede ver, oler, tocas y acariciar.
Los bebés van creciendo muy rápido, con muchas ganas de descubrir el mundo. Pero no solo ellos avanzan, los padres también, quienes por ensayo y error se van convirtiendo en lo que son.
El propósito de la vida es ser felices y disfrutarla, pero a lo largo del camino podrán haber tristezas y alegrías que solo uno decide cómo vivirlas, qué dejar y qué tomar. Hay que vivir cada momento a fondo.
Realizando cosas que hagan vibrar tu alma serás feliz, lo demás aparecerá por consecuencia. No hay que depender de nada ni de nadie.
Si piensas bien, tu vida también lo será. Lo que ansías formará parte de ti, no solo como pensamiento, sino que además como vivencias. Escucha tu interior y aclara tus dudas.
Agradece cada cosa, persona o momento que llegue a tu vida. Esa es la mejor manera de pedir. El amor trasciende y une a quienes se aman por la eternidad.
Una madre siempre amará a sus hijos, sin importan lo que hagan o dejen de hacer. A veces se tientan con meterlos en una burbuja y alejarlos de todo lo malo que pueden vivir, pero eso sería limitarlos, robarles experiencias.
Los padres no están ahí para trazarles el camino, sino que para acompañarlos.
A pesar de los errores que se pueden cometer, la vida es un aprendizaje en donde hay que dar lo mejor de cada uno para seguir adelante.
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