El día de hoy, nos enfocaremos en la aterosclerosis que es una grave y silenciosa enfermedad en la que se endurecen las arterias del cuerpo debido al depósito de placa en las paredes arteriales. Esta enfermedad, a diferencia de lo que muchos creen, puede comenzar a desarrollarse en la juventud. No obstante, a medida que se envejece, la enfermedad puede llegar al punto en el que la circulación de la sangre en las arterias se restringe y hasta llega a bloquearse. Dicha acumulación puede producir complicaciones graves, como insuficiencia renal, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
La aterosclerosis es muy común según un estudio que examinó a 262 participantes sanos. Sin embargo, se encontró que:
El 52% de todos los participantes tenían este padecimiento en algún grado.
El 85% de los participantes con más de 50 años lo sufren.
Solo el 17% de los adolescentes se vieron afectados.
Lo más curioso aún era que ninguno mostró síntomas, por eso es silenciosa. .La aterosclerosis no puede revertirse, pero por suerte se puede evitar y la prevención implica una transformación radical en el estilo de vida . En los casos que se presenta es posible también desacelerar el crecimiento de la placa.
Síntomas de la aterosclerosis
La aterosclerosis por lo general no muestra síntomas hasta que el flujo de la sangre a un órgano se ve gravemente limitado. Los síntomas más comunes son:
Dolor de pecho.
Dolor en las extremidades u otras partes del cuerpo donde se bloquea una arteria.
Dificultad para respirar.
Cansancio extremo.
Aturdimiento, si el suministro de sangre al cerebro se vuelve limitado.
Debilidad muscular en las piernas o brazos.
Existen factores que aumentan el riesgo de aterosclerosis y son bien conocidos. La mayoría de ellos pueden controlarse. Entre ellos se incluyen:
Alta presión sanguínea.
Triglicéridos y colesterol alto.
Sufrir de obesidad.
Actividad física insuficiente.
Una mala alimentación.
Edad avanzada.
Tener registros familiares de esta enfermedad.
Prevención de la aterosclerosis
Si bien no se puede revertir el daño que ya está hecho en las arterias, sí se puede evitar más deterioros y disminuir el riesgo de complicaciones mayores, como apoplejías y ataques cardíacos. Lo primero que se debe hacer es revisar la dieta, la actividad física y los niveles de estrés. Si se logran tener cambios en el estilo de vida, se verán grandes cambios en esta enfermedad.
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