Según la Organización Mundial de la Salud, en 2016 el 11% de la población mundial, equivalente a 815 millones de personas, sufrieron de hambre. Esto representa un incremento de 38 millones de personas respecto al año anterior, una situación que lamentablemente no se producía hace 15 años.
Aumentó tanto el número de personas que padecen de hambre crónico como el de las subalimentadas. Más de 50 millones de niños tienen un peso demasiado najo para su estatura, condición conocida como emaciación, mientras que 155 millones de niños menores de 5 años sufren un retraso en el crecimiento por la malnutrición.
El informe “Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017” relaciona esta situación principalmente a la proliferación de conflictos violentos y de perturbaciones relacionadas con el clima.
Entre 1990 y 2015 la proporción de la población mundial con problemas de malnutrición disminuyó a la mitad, gracias a los esfuerzos de la comunidad internacional.
Sin embargo este año los especialistas de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertan que con este drástico aumento de los conflictos en el mundo será imposible acabar con la pobreza y la malnutrición para el 2030, según lo que se propuso en la Agenda cobre Desarrollo Sostenible, aprobado en 2015 por la ONU.
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