Todo el mundo merece una segunda oportunidad, en especial los animales. Son seres indefensos, sin maldad en su corazón y que buscan ser felices y hacer feliz a todo el mundo a su alrededor. Y aunque a veces no se ve la luz por ningún lado, como en esta historia, por suerte la esperanza es lo último que se pierde.
El tierno Arkin es un perrito rescatado de la calle que pasó gran parte de su vida en un refugio de Rumanía, donde no se preocupaban mucho de él. Vivía solo y triste porque no podía encontrar un nuevo hogar, hasta que una organización animalista lo adoptó y lo transformó en un perrito feliz.
Estaba con bajo peso, cubierto de heridas y cicatrices, e infestado de pulga. Arkin pasaba así sus días, mientras perdía la esperanza de ser rescatado. Cuando los visitantes pasaban por su jaula ni siquiera ladraba, y su mirada de angustia reflejaba el sufrimiento por el que pasaba.
Uno de los trabajadores de la organización de rescate animal Howl of a Dog llegó hasta el refugio de animales donde estaba, y decidió llevárselo. Al comienzo el perrito no emitió sonido alguno, pero dentro suyo no podía creer que alguien lo estaba llevando lejos de la miseria en que vivía.
Sus rescatistas lo bañaron y lo desparasitaron. Aunque aún estaba asustado, saboreó silenciosamente la comida caliente que le sirvieron.
Esta organización trabajó su confianza y, dentro de unos meses, Arkin comenzó a mostrarse como era: un perrito extrovertido, cariñoso y muy juguetón. El sufrimiento que vivió por tanto tiempo quedó atrás.
Cuando estuvo listo, fue puesto en adopción. En 2018 lo enviaron desde Europa hasta Estados Unidos, donde una familia de New Hampshire lo transformó en un querido integrante suyo.
Arkin ama con todo su corazón a sus nuevos humanos. Su tiempo lo pasa de excursión en bellos senderos del bosque que rodea la casa y, cuando se cansa, toma una siesta en su camita.
Este perrito pasó de vivir en el infierno hasta el paraíso, un hogar lleno del amor que merecía. Y lo mejor es que nunca perdió las esperanzas.
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