En 1947 nació Pablo Pineda, una persona con Síndrome de Down que cambiaría la historia al ser el primero con esa condición en lograr obtener un título universitario. En la película Yo, también, hace una magnífica interpretación de sí mismo y nos podemos acercar a su experiencia de vida, un relato de superación, optimismo y confianza.
Podemos recordar también la aclamada película “Una mente maravillosa”, en donde John Nash, acosado por la esquizofrenia, debe aprender a integrar las limitaciones que esta condición le ocasiona, para que distorsione su vida lo menos posible. Para ello emprende un proceso de aprendizaje fascinante que realiza con las matemáticas.
De todas formas todos debemos adaptarnos para conseguir que nuestra limitaciones o nuestra forma de ser encajen con nuestro entorno, dicho de otro modo, todos tenemos que superar nuestras limitaciones.
El problema está cuando sentimos lástima por personas con síndrome de Down. Se trata de personas con aspiraciones y deseos, que aceitan y que se equivocan y que buscan el mayor estado de bienestar para las personas que quieren. Algo que sin duda, todos hacemos a lo largo de nuestra vida ¿Entonces por qué sería distinto con ellos?
Siempre pedimos que los demás respeten nuestra manera de ser y la forma que escogemos para vivir la vida, ya que creemos que nadie más tiene ni la información ni los recursos para tomar una decisión por nosotros mismos.
El hecho está en que las personas que tienen alteraciones cromosómicas también tienen esta capacidad, este derecho a decidir por sí mismo.
Así fue como Pablo Pineda se convirtió en el primer licenciado con Síndrome de Down, algo que hace un par de años atrás se hubiera tildado como imposible, ya que se creía que no tenían la inteligencia necesaria para lograrlo.
Se hablaba de una lacra intelectual que hacía imposible que estas personas progresaran en el mundo académico o que pudieran acceder a cargos de responsabilidad. Sin embargo la realidad es totalmente diferente y Pablo lo ha demostrado.
Lo que ha logrado Pablo ha sido un avance para que la sociedad empiece a cuestionarse ciertos patrones respecto a lo que considera enfermedad, capacidad y diferencias individuales.
Su logro es gracias a su perseverancia y confianza, pero además al entorno que siempre lo apoyó y ayudó a creer que sus límites estaban muy lejos.
“Una de las llaves principales para que tengamos un futuro es la Universidad. Pero sigue siendo muy reticente a estos temas. Hasta hace 20 años, ningún síndrome de Down había estado en una Universidad. Hasta ese 22 de octubre de 1995 en el que entré yo. Dicen que fue un hito.
Y claro que lo fue, por fin había un síndrome de Down en una institución tan elitista y de potentados. Tenemos que demostrarle a estas instituciones que somos capaces de estudiar una carrera como una persona más.
Las clases son muy teóricas, tan pesadas, tan sesudas… Aquí falta práctica“.
Pablo Pineda
Pablo jamás pidió que las cosas se las hicieran más fáciles, sino que no hubiera barreras, que no tuviera que superar más obstáculos que los que se encuentra cualquier persona cuando accede a la Educación Superior.
Pablo saltó a los medios de comunicación y alcanzó popularidad por sus pasos académicos, pero en sus charlas, en sus artículos y en sus libros habla de otros temas de la vida igual de importantes, como el tener una pareja o mantener relaciones sexuales.
Sobre estos temas existe un gran desconocimiento por parte de la población e incluso de los mismos familiares de personas con Síndrome de Down. Pablo cree que los procedimientos de inserción que existen deben perfeccionarse y aplicarse de manera real, para que proyecten al trabajador como alguien que puede aportar mucho a una empresa y no como alguien a quien le pueden pagar menos. Además es importante que sean tratados como una persona más, fomentando las relaciones laborales.
Es tarea de todos que la sociedad avance, que todos seamos mirados como iguales sin diferencias psicológicas, conceptos mal entendidos o barreras artificiales. Que lo extraordinario de la historia de Pablo se convierta en algo cotidiano y cada vez sean más las personas con Síndrome de Down que obtengan títulos universitarios y puedan trabajar en lo que sueñan.
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