Al principio se creyó que Adrianna Hutto, de siete años, murió por un trágico accidente. La pequeña se había ahogado en la piscina que había en su casa de Florida, EEUU.
En ese entonces, su madre, Amanda Lewis, había declarado que la niña estaba sacando insectos de la piscina, resbaló y se ahogó.
La policía pensó que fue un lamentable accidente. Su hermano menor, AJ, habría buscado salvarla pero al no poder, gritó pidiendo ayuda.
Amanda dijo que fue corriendo y encontró a su hija flotando boca abajo y la sacó de la piscina muerta.
El pequeño niño fue clave en el juicio contra su madre acusada de asesinato.
Según el primer relato de la madre, ella trató de reanimar a su hija mientras llamaba a la ambulancia. De acuerdo a las grabaciones de la presentadas en el juicio, ella se oía angustiada.
En cuestión de minutos, llegaron los equipos de emergencia. El primero en llegar a la escena fue Charles Corcoran, Jefe de Bomberos. Le realizó a la niña el RCP logrando que tuviera algo de pulso y fue trasladada rápidamente en helicóptero al hospital.
El Departamento del Sheriff y los investigadores del crimen no tenían razón alguna para no creer en el testimonio de la madres. Pero luego de una hora, el hijo de Amanda, AJ, que tenía seis años en ese momento, empezó a contarles una historia siniestra. La que llevaría a su madre a un juicio por homicidio.
Amanda estaba en el hospital cuando los médicos intentaban salvar a su hija. AJ se quedó al cuidado de sus abuelos, los padres de Amanda.
AJ comenzó a contarles que vio a su mamá ahogar a Adrianna en la piscina, utilizando una mano para cubrir su cara mientras la empujaba bajo el agua.
Brenda y Charles avisaron al Departamento de Policía Local e interrogaron de inmediato al niño.
A ellos les contó la misma historia y repitió hasta dos veces los mismo. Se abrió una investigación y se llamó a un experto en psicología infantil. Al escuchar el relato, la historia siempre se mantenía igual: Adrianna fue ‘mojada’ por su madre como castigo por ser tan traviesa.
La niña había manchado el televisor y eso hizo que ‘mamá se enfadara mucho’.
Incluso describió cómo su mamá puso sus manos sobre su hermana para que no gritara. Esa misma tarde, Adrianna dejaba de existir.
Posterior a eso, Amanda fue interrogada tres veces por el Departamento del Sheriff, pero en todas las ocasiones negó las acusaciones e incluso aceptó que le hicieran un prueba de polígrafo que pasó con éxito.
Amanda Lewis declarada culpable de asesinato
Sin embargo, las autoridades aún no estaban convencidas y al mes siguiente se pudo corroborar varios elementos de la historia de AJ.
Les dijo lo que había visto en la televisión ese día, que vio helicópteros del ejército en los vuelos de entrenamiento, a unos trabajadores cortando árboles cerca de las líneas eléctricas afuera de su casa. Y todo resultó ser cierto.
Eso hizo que creyeran en el relato de AJ. El pequeño tenía claro lo que ocurrió ese día y que no estaba confundido con otros días o eventos y pudo contar cómo Amanda “mojó” a su hermana.
La policía encontró anomalías en la casa de la familia.
La habitación de los niños tenía un fuerte olor a orina. Adrianna tenía un trastorno por déficit de atención llamado o TDAH y aún mojaba la cama a los siete años. Las habitaciones no tenían muchas cosas y en la casa casi no había juguetes. Eso hizo pensar a los investigadores que los niños sufrían negligencia.
Al mes de la muerte de la niña, Amanda fue acusada de asesinato.
En el juicio, el tribunal mostró un dibujo que hizo AJ donde mostraba a su madre “mojar” a Adrianna en la piscina. Se ve a su mamáe pie al lado de la piscina y Adrianna adentro.
Cuando se le consultó qué significaba el dibujo, el niño dijo que su madre estaba ‘matando a mi hermana’.
La autopsia demostró que Adrianna tenía un golpe en la casa que quedó como una huella. La doctora de urgencias, Linda Fox, y quien trató de salvar a Adrianna, señalo que su madre no mostraba ningún sentimiento cuando se le informó que la niña había muerto, sino más bien preguntó ‘dónde está la máquina expendedora’.
Además, los compañeros de trabajo de la mujer testificaron que en una ocasión oyeron a Amanda decir “mataría” a su hija porque en esa ocasión la niña había rayado el automóvil con la palabra “perdedora”.
Después del juicio, que duró cuatro días, el jurado declaró culpable a Amanda luego de deliberar por dos horas.
La mujer fue condenada a 30 años de prisión sin libertad condicional con una pena adicional por abuso infantil.
También se supo que Amanda había perdido a su primer hijo, un bebé de 16 meses, cuando ella tenía 17 años. La causa de la muerte del pequeño habían sido convulsiones.
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