Un grupo de desertores norcoreanos denuncia que algunas de las consecuencias de la contaminación radioactiva en la zona de pruebas nucleares de Corea del Norte son pozos que se han secado, vegetación muerte y el nacimiento de bebés con malformaciones, según el diario surcoreano “Chosun Ilbo”.
En el condado norcoreano de Kilju, se encuentran las instalaciones militares de Punggye-ri, en donde el ejército del país detonó cinco bombas, incluyendo la última y más potente, durante sus ensayos nucleares.
Los testimonios entregados provienen de un grupo de 21 antiguos residentes de la región que has escapado de Corea del Norte. Luego de la primera prueba, ocurrida en 2006, muchas especies de peces y de hongos se han extinguido, cerca del 80% de los árboles han muerto y luego del último ensayo nuclear de septiembre de este año, todos los pozos de agua se han secado, según cuentan algunos desertores.
“He escuchado por parte de un pariente de Kilju que los bebés nacidos en los hospitales locales presentan deformidades”, asegura un integrante del grupo de desertores.
Solo los familiares de militares son evacuados hacia refugios subterráneos durante los ensayos, pero el resto de la población no recibe ningún tipo de advertencia por parte de las autoridades, según un testimonio de un ex residente local que afirma haber presenciado dos pruebas nucleares en 2006 y 2009.
Además los habitantes locales tienen una serie de problemas cuando intentar viajar a otras partes del país. Las autoridades han negado la entrada a la capital a pacientes que tenían citas en un hospital de Pionyang, desde la última prueba nuclear, afirma un testigo.
Asimismo todos los pasajeros que partes de Kilju son revisados minuciosamente para impedir que transporten muestras de suelo, agua y vegetación locales. Quienes son sorprendidos con estos materiales prohibidos “son arrestadas y enviadas a campos para prisioneros”, afirma otro desertor.
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