Según un estudio científico realizado recientemente, la relación entre madres e hijas genera un estrecho nexo que va más allá a lo típicamente considerado. Por ejemplo, las hijas tienden a tener como contacto de marcado rápido en sus celulares a sus madres. Esto quiere decir que tienen una comunicación más constante incluso al pasar los años. Además, se basan en la confianza, la admiración y seguridad que se tienen. Pero todo esto tiene una base científica e incluso neurológica.
El profesor adjunto de psiquiatría de la Universidad de California, Fumiko Hoeft, fue quien primero realizó un estudio utilizando resonancias magnéticas e intergeneracionales para poder comparar la estructura del cerebro.
El resultado fue que tanto la estructura cerebral como los desórdenes emocionales se transmiten genéticamente de madre a hija. Esta conclusión la logró al examinar el sistema límbico del cerebro y el experto señala que éste está estrechamente ligado a los trastornos depresivos.
El sistema límbico del cerebro, quien es responsable de la regulación de las emociones, se asocia a los síntomas depresivos que son más factibles de transferirse de madre a hija que a un hijo o que el padre lo haga a sus descendientes.
Con esto, se puede concluir que es posible que la madre pueda comprender los estados por los que pasa su hija de una forma más amplia que a cualquier otro miembro de la familia. La madre tiene más facilidad de imaginarse a sí misma en esas situaciones y comprende más a su hija. Es así que la autoestima de la hija se relaciona al tipo de relación que tiene con su madre.
Sin embargo, ese mismo nexo, al ser tan estrecho, puede hacer que las características de las personalidades entre madre e hija también se asemejen. De este modo, si las emociones y el control de las mismas son muy similares, también lo serán los roces y las desavenencias entre las dos, y más si son dos personas con caracteres muy fuertes.
Hoeft señala que “Nuestro estudio es el primero en su tipo porque fuimos los primeros en analizar a toda la familia para ver la semejanza entre sus redes cerebrales”.
Este estudio también reveló que las madres tienen la tendencia a favorecer más a sus hijas y los padres a sus hijos. Preferencias que se dan en todo nivel y se basa en la parcialidad de las experiencias compartidas de cada uno.
Es por eso que ahora podemos encontrarle más sentido al refrán “De tal palo, tal astilla”. No sólo tienen que ver con la compenetración y admiración vinculada a los sentimientos y las emociones. Todo tiene que ver a la similitud en la estructura neurológica de unos y otros.
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