Las traiciones, la maldad o el interés, son bastante comunes en las relaciones actuales, ya sea familiares, amistades o de pareja. Muchas veces no vemos las dobles intenciones y pesamos de inocentes, eso sucede porque las personas que prefieren ver siempre lo mejor en cada situación, no suelen tener esa visión de las cosas.
Un corazón noble siempre ve el lado bueno de las personas y practica la confianza o las segundas oportunidades. Pero esto solo conlleva a decepcionarse más de una vez.
La maldad encubierta
Según el profesor Howard Gardner, un gran divulgador de la inteligencia humana, las malas personas nunca llegan a ser buenos profesionales, pueden alcanzar el éxito, pero no la excelencia.
Las buenas personas, señala, son aquellas que no buscan ningún tipo de reconocimiento, solo se ven motivadas porque sus trabajos entreguen un bien y un beneficio común. Solo entonces, a través de este sentimiento, las personas llegan a ser buenos profesionales.
Esto mismo se aplica en el campo personal, ya que solo a través del bienestar ajeno y el respeto se logra alcanzar la excelencia personal. Por lo tanto aquellos que solo buscan el interés propio no podrán crear nunca vínculos interpersonales.
El problema está en que las personas de buen corazón no lograrán percibir a los que tengan malas intenciones.
El interés encubierto
Según el estudio reslizado por Robert Feldman, psicólogo de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.), alrededor del 60% de las personas dice tres mentiras al día.
Pueden ser omisiones, exageraciones o mentiras serias, dividiéndose en “mentiras piadosas” y “grandes falsedades”, en donde las últimas son las más destructivas. Las personas que tienen un interés encubierto no dudarán en llevar a cabo comportamientos engañosos para alcanzar su propósito. Sin embargo, según los expertos, de algún modo todos buscamos beneficios de los que nos rodean.
De todas maneras, es importante esperar respeto, reconocimiento, cariño o amistad, ofreciéndolo libremente y por voluntad propia.
El comportamiento de las personas que esconden algo suele ser egoísta y manipulador, ya que existe una gran diferencia entre sus verdaderos sentimientos y sus acciones. Lamentablemente las buenas personas generalmente no sospechan este comportamiento.
Falso interés
Las buenas personas tienen una gran empatía, son sensibles ante las emociones ajenas y el cerebro humano no suele empatizar con la maldad o el egoísmo, por eso no lo perciben.
Además, cuando se busca obtener algo de otra persona, se hace con técnicas de engaño y manipulación, despertando otras emociones positivas como la ternura y la amistad para hacerlas caer en sus redes.
La decepción
El dolor que causa caer en el engaño lleva a la decepción y suelen ser las personas de buen corazón las que más lo sufren. Sumado a esto, está el pensamiento autodestructivo por no haber anticipado la situación.
De todas formas, antes de caer en la culpa, hay que pensar que las decepciones nos ayudan a abrir los ojos, pero nunca a cerrar el corazón. Eso es algo que no nos permitiría ser nosotros mismos y no debemos llegar a tal punto.
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