Fue en el Parque Nacional Virunga de la República Democrática del Congo donde se tomó una imagen muy hermosa pero que, contradictoriamente, es consecuencia de un acto terrible. Se trata del abrazo que el guardaparques Patrick Karabaranga le dio a un joven gorila de montaña, mientras lo consolaba luego de quedar huérfano.
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Sus padres y los de otros dos pequeños gorilas fueron asesinados por cazadores furtivos y traficantes ilegales de contrabando fuera del parque, lo que dejó a estos pequeños primates muy desolados.
Era una situación trágica que el guardaparques supo manejar de muy buena manera. Karabaranga se acercó al joven gorila cuando estaba sentado y cabizbajo, abrazándolo para demostrarle su comprensión y cariño.
Este fue un gesto que fue muy bien recibido por el pequeño, ya que se lo respondió poniéndole la mano en la pierna del hombre, como agradeciéndole por el apoyo.
Fue un momento de vínculo interespecies que nos muestra que somos mucho más parecidos de lo que creíamos.
Hay cerca de 200 gorilas de montaña en el Parque Nacional de Virunga, una cifra que equivale a un cuarto de la población mundial (en total, 800 individuos distribuidos por el centro de África).
Es una especie en peligro de extinción que hace muchos años está en la Lista Roja de la UICN debido a la pérdida de hábitat, contagios de enfermedades humanas, la guerra y -por supuesto- la caza ilegal.
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