No existe mayor agradecimiento que el de un perro que fue rescatado de la calle por un humano. Y es que esto cambia por completo su vida, pues logran tener un techo bajo el cual pueden dormir y comida con la que pueden nutrirse a diario en lugar de escarbar en la basura.
Hace dos años, un triste y desnutrido perro llegó la gasolinera de Tamaulipas (México). Ahí, los trabajadores le prestaron atención al pequeño que al comienzo se mostraba temeroso de la gente, pese a que no mostraba físicamente muestras de haber sido maltratado.
“Le dimos de comer, lo bañamos y vacunamos”, contó Gerardo Aguilar, quien es dueño de la gasolinera. “Lo adoptamos, ahora vive acá y entre todos lo cuidamos”.
Lo bautizaron como Randy. Cuando lo adoptaron, jamás pensaron de lo que este can podría ser capaz.
Una tarde, dos hombres armados aparecieron en la estación y amenazaron a los trabajadores para que les dieran dinero. Golpearon a uno hasta que lo lanzaron al suelo, pero por suerte no tuvo que soportar mucho tiempo indefenso.
Randy se encontraba durmiendo cerca y se despertó con el alboroto, y cuando vio que golpeaban a uno de sus humanos, corrió para darle una pata. Ladró y amenazó a los ladrones hasta que huyeron.
“Nos sorprendió como reaccionó, y por supuesto que estamos orgulloso de él”, dijo Aguilar. “Si no fuese por Randy, quién sabe qué habría pasado. Nos demostró lo agradecido que está y lo feliz que es con nosotros”.
Cuando Randy no está ocupado durmiendo o rescatando a sus humanos, atiende con cariño a los clientes de la gasolinera.
Una de las clientas de la estación, llamada Nuria Arellano, contó que sigue yendo a la gasolinera básicamente para ver al perro. “Hace que sea una mejor experiencia. Siempre lo llamo y viene a mi puerta. Sería maravilloso que nuestra cultura cambiase y más perritos fuesen rescatados en estaciones de gas y otros locales. Esperemos que algún día así sea”, contó la clienta.
Randy es el empleado del mes perpetuo en esa gasolinera.
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