La cautividad de aves silvestres nos parece una crueldad. El mayor castigo que puede imponerse a un ser nacido libre es privarle de esa libertad. Todo esto, sin mencionar otro aspecto como la captura de animales protegidos y/o en peligro de extinción. Para las aves es así o su huevo se rompió en medio de alguna selva, donde la libertad era peligrosa, pero era su propia libertad; sin embargo, al mirar a esta ave en la tienda de mascota pegada contra la pared no nos queda compadecernos por ella.
Existen dos opciones, por ejemplo si este loro hubiera crecido en un criadero, la jaula en la que vive sería su verdadero hogar. Y el gesto de dormir pegado a una foto de una jungla, sólo sería una coincidencia. O la opción dos es que la realidad sea peor, pues podría ser que sus instintos lo llevaron a abrazar esta imagen porque, dentro de él, sabe que es el lugar en el que debería estar. Es esa la alternativa más cruel, pero haber sido secuestrado de tu hogar es mucho peor.
A estas aves le quitaron su futuro dentro del mundo donde pertenecían, sólo por el capricho de algún niño o alguien que esperaba tener un ave de mascota, porque le robaron la vida, sólo por unos cuantos dólares para la persona que las secuestró.
Fue en un pequeño tubo plástico, donde las trasladan a la mayoría a través de contrabando o dentro de una maleta. Son pocos los que sobreviven.
Quizás es por eso que se pega contra la helada pared y se duerme pensando en todo lo que alguna vez pudo sobrevolar o recorrer.
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