El abuso ya sea verbal, físico o emocional es algo que nadie debería tolerar, pero lamentablemente a veces el “amor” puede llegar a cegar a las personas y no les permite entender o darse cuenta de que están ante una pésima relación.
Es normal que el amor de nuestra vida tenga un lado malo, nadie es perfecto, pero cuando ese lado se convierte en terrible y peligroso, entonces debemos alejarnos de esa persona.
Marina Musaeva experimentó esta situación cuando fue encadenada a una chimenea por su propio esposo, a pesar de que la mujer estaba embarazada.
Sargey Musayev le puso una cadena tan corta que la mujer no alcanzaba a llegar a la ventana para romper el cristal y pedir ayuda.
Ellos se conocieron en la escuela y desde ese momento no se separaron. Pretendían tener una familia grande, pero ese sueño dejaría de lado una de las cosas que más le gustaban a ella, pasar la noche de fiesta con amigos.
Cuando Marina bebía, era imposible sacarla de esa condición y no se podía tener una conversación razonable con ella. Su esposo intentaba retenerla en la casa, pero ella escapaba y se iba a tomar nuevamente con sus amigos.
La pareja ya tenía un hijo, pero cuando Sergey supo que Marina estaba nuevamente embarazada acudió a todas las tiendas locales para pedirles que no le vendieran alcohol a su esposa.
Pero esto no tuvo éxito y el esposo tomó las tiendas del asunto con su propio método.
Daniil, el primer hijo de la pareja, tiene 2 años y ya pasó por todo el proceso de adicción de su madre. De hecho está retrasado en el desarrollo en comparación con los otros niños de su edad.
Marina esperaba a su segundo hijo y ya tenía 8 meses de embarazo, pero aún así no dejaba el alcohol de lado.
Sargei tuvo que ponerle una cadena a su esposa para salvar la familia y a sus hijos, asegura.
Al principio Sergei fue puesto bajo custodia, pero al conocer la razón, lo liberaron. Marina fue liberada, pero le advirtieron que si seguía bebiendo, su esposo podría llevarse a sus hijos y dejarla sola.
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