Ella Había Dado Todo Por Su Familia, Se Descuidó Demasiado, Pero Ahora Pasó Por Un Cambio Radical

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En general, la rutina de la vida, las penas, los problemas, el trabajo y las responsabilidades que vamos adquiriendo no nos permiten dedicar tiempos para nosotros mismos. Por lo que es muy común que nos descuidemos y terminemos olvidando nuestra existencia en pos de la familia o el prójimo. Finalmente, todos terminan siendo más importantes que nosotros mismos.

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Es precisamente eso lo que ocurrió con María del Carmen, una mujer de México que se olvidó de sí misma para entregarse a la crianza de su nieta y al sacrificio de mantener su familia. María del Carmen, como muchas otras mujeres, pasó a un segundo, tercer o cuarto plano de su propia vida, sin dedicarse ni siquiera un minuto para ella misma.

 

María del Carmen tuvo que hacerse cargo de su nieta y para ello tuvo que ingeniárselas para ganar dinero y darle de comer a la pequeña. Cada día su única prioridad era servir un plato de comida y darle calor en el hogar, entonces descuidó su apariencia, ya no cuidó más de ella y hasta dejó a un lado sus deseos y orgullo como mujer.

Como si eso fuera poco, María del Carmen sufrió un accidente que le provocó una ruptura de la tibia, el peroné, una parte del tobillo y  perdió algunos dientes.

 

Sin embargo, su pequeña nieta Aphil pensó que ya era tiempo de devolverle a la abuela todo lo que ella había hecho por la familia. Entonces, se le ocurrió la idea de ofrecerle la oportunidad de un cambio de imagen. Aphil se puso en contacto con la televisión mexicana y consiguió que el mejor maquillador fuera el encargado del cambio de imagen.

 

Alfonso Waithsman fue el designado para la labor de devolverle juventud, frescura en el rostro y hermosura a maría el Carmen. La maquilló, le cortó el cabello, la peinó y la vistió. La diferencia fue tal, que la propia María del Carmen no se reconocía en el espejo. No reconocía a esa mujer , pero era ella con 20 años de menos.

Sin duda el cambio es radical y con esto, podemos ver que todos merecemos tiempo para nosotros, para mimarnos, embellecernos, enriquecernos espiritualmente. Está bien que nos entreguemos al prójimo, pero no debe ser sinónimo de una anulación de nuestra persona, muy por el contrario, debe ser un intercambio que potencie el amor hacia nosotros mismos.


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