No tener padres es uno de las situaciones más difíciles que puede enfrentar un ser humano, pues carece de guías de vida y figuras de afecto y contención. Es por este motivo que los huérfanos generalmente forjan estrechos lazos entre ellos, pero rara vez estos vínculos sobreviven al proceso de adopción. La razón es simple, las familias adoptivas difícilmente se conocen y no siempre están interesadas en que los pequeños interactúen.
No obstante, para Kelvin Lewis y Afonso Slater, originarios de Mozambique, la vida pensó de otra forma y les preparó una bella sorpresa. La historia de estos pequeños establece que aunque se separaron después de que cada uno encontró una familia adoptiva, las familias casualmente eran vecinas. Es asombroso, los chicos se mudaron de su natal Mozambique hasta Arizona, EEUU sin saber que su amistad perduraría.
Han pasado años desde ese momento maravilloso y los dos chicos son parte activa de sus respectivas comunidades. Van a la Universidad juntos y tienen una vida feliz. No obstante, sostienen que su amistad fue bendecida por Dios y le agradecen día a día la oportunidad de tenerse el uno al otro.
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