Siempre que hay riesgo, los animales saben dónde pueden encontrar un espacio que le brinde protección y seguridad todo el tiempo que lo necesiten. No importa si se trata del hogar de un ser humano.
Pero la humana en este caso, Simone Serfontein, no está arrepentida de haberle brindado los cuidados necesarios a una ardilla bebé para salvarle la vida, pues ahora han generado un vínculo tan cercano que parece alguien de la familia.
Un día en Sudáfrica, esta mujer estaba en casa de una amiga cuando notó de pronto que una ardilla bebé estaba a punto de caer de un árbol. Simone la tomó inmediatamente y trató de devolvérsela a su madre, pero cuando miró el nido vio que no se encontraba.
Y aunque esperó bastante rato, la mamá ardilla no llegó.
Así fue como no lo pensó dos veces, y se la llevó a la casa. Apenas entró, decidió investigar sobre todos los cuidados que esta nueva mascota necesitaría.
“Cuando la levantamos, su temperatura corporal era muy fría y obviamente estaba muy asustada”, cuenta Simone. “Sus ojos aún estaban cerrados…la mantuvimos agradable y cálida y finalmente dejó de gritar”.
Junto a su novio, Christoff, decidieron criar a esta bebé al que bautizaron como Dingetije, y que amaba dormir junto a Simone y acompañarla al trabajo escondiéndose en su bufanda. Y así, con mucha paciencia y dedicación, consiguieron que creciera saludable y muy bella.
No obstante, ambos sabían que la ardilla debía regresar a su hábitat muy pronto.
“Vivimos en el Parque Nacional Greater Kruger en Sudáfrica y todo es salvaje a nuestro alrededor”, cuenta Simone. “Hay muchos animales peligrosos a nuestro alrededor con los que puede encontrarse y necesitaba estar lista para eso”.
Por suerte, apenas la regresaron al mundo salvaje, los instintos de Dingetjie se activaron inmediatamente. En más de una ocasión pudieron verla paseando junto a otras ardillas.
Pero también se acostumbró a visitar de vez en cuando a sus padres humanos, quienes siempre le tenían una ventana abierta para que entrara cuando quisiera.
Con el tiempo notaron que su cuerpo había cambiado y pronto vieron que había aumentado de peso. La pareja la veía como un bebé aún, pero Dingetije ya se encontraba lista para convertirse en mamá.
A lo largo de su embarazo, estuvo en casa de sus humanos. La pareja la protegió para que todo saliera bien. Tristemente, y pese a todos los cuidados, su bebé nació muerto.
Poco tiempo después, quedó embarazada nuevamente y decidió hacer un par de nidos en la casa de Simone, donde pudo dar a luz a una saludable ardillita.
“Hay tanta confianza. Ella nos permite mirar, tocar y sostener a su bebé. Nunca pensamos que se quedaría con nosotros. Pero eligió hacerlo”, cuenta una emocionada Simone.
Aunque la ardilla pasa gran parte de sus días en la naturaleza, tiene claro que sus padres humanos siempre estarán ahí para ayudarla tanto a ella como a su bebé.
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