Si buscamos la definición del amor, es probable que encontremos esto: sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno. Todos tenemos una idea de lo que se trata. Si nos preguntaran, quizás usaríamos palabras como afecto, preocupación, cuidado, cariño, etc. En ese sentido, cada uno de nosotros podría decir, sin temor a equivocarse, que sabe lo que es el amor. Sin embargo, existe una variable del sentimiento que sólo conocen las madres, porque, en efecto, no hay amor más poderoso que el que siente una mujer por su hijo. Aquel es el único que posee el rasgo más característico que pueda haber en el amor maternal; la incondicionalidad.
Sin embargo, existen madres que no lo sienten así, pero eso no es lo que nos convoca el día de hoy. La histpria que les queremos contar es sobre Ada Keating, una mujer que a dos años de cumplir un siglo en este mundo, tomó su peine, sus blusas y su toalla de baño para mudarse a una casa de reposo alejada de todas las comodidades de su hogar. A sus 98 años ella era sana e independiente, entonces, ¿por qué tomó esa decisión?.
Por su parte, Tom, es un hombre de 80 años que en 2016 no tuvo más alternativa que aceptar la idea de que ya no podía cuidarse a sí mismo y que, por lo tanto, debía entregarse a la atención que sólo podían darle en un hogar de ancianos. Después de un año después de que Tom Keating llegara al centro Moss View en Liverpool, Inglaterra, su madre Ada no soportó la idea de ver a su hijo paseándo solo y triste por los corredores del lugar. Entonces, como ya les contamos, tomó su peine, sus blusas y su toalla de baño, y se convirtió en residente de la misma casa de reposo.
Tom estaba bastante sorprendido
Los dos comparten un vínculo muy especial porque Tom nunca se casó y vivió siempre en casa de Ada. Ahora ambos lo hacen en el hogar Most View. Para ella, el amor es incondicional e innegable.
“Le doy un beso de buenas noches y lo dejo durmiendo. Cuando amanece, vuelvo a darle un beso para despertarlo. Él extiende los brazos con una sonrisa de niño y yo lo abrazo como siempre lo he hecho” Ada Keating a Liverpool Echo.
En estos momentos, Ada y Tom comparten el día a día en el lugar y por supuesto saben que esos serán los últimos de sus vidas. Los dos agradecen la posibilidad de pasarlos juntos. Es cierto que todos hemos amado alguien profundamente en esta vida, pero sólo el amor de madre es el que perdura a través del tiempo y no tiene condiciones.
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