La pequeña pudo sacar a su hermano mientras ocurría el terremoto que derrumbó su escuela.
Lulú representa el espíritu mexicano. Y todo ocurrió el pasado 19 de septiembre cuando u terremoto 7.1 asoló al país apenas 11 días después de que otro terremoto grado 8.1 provocara daños en Chiapas.
Con el último, muchos edificios cayeron dejando un sinnúmero de heridos, víctimas fatales y daños aún por cuantificar.
Ese día Lulú se vio enfrentada a una situación de vida o muerte. Ella se encontraba en clases en su escuela Enrique Rebsamen. Al empezar el movimiento, su profesora les indicó apegarse a la pared y se quedaran sentados en el suelo. Lulú hizo caso y se abrazó a una compañera. Todos estaban asustados pero por su mente pasaba una sola imagen: su hermano pequeño.
El niño se encontraba en los pisos inferiores y todo se volvió un caos. Cuando pudo parase, Lulú corrió por las escaleras.
“Estaba asustada por mi hermanito. Pensé ‘¿qué haré sin él?’ Pero no lo podía encontrar hasta que lo vi junto a otros niños llorando. Le dije que dejara de llorar y que nos quedáramos quietos por si venía otra réplica y se podía perder“.
Apenas dejó de hablar vio cómo se derrumbaba su escuela.
Lulú confesó que lloró y tenía mucho miedo, pero que cuidó a su hermano para que no le pasara nada y se acercaron al lugar de seguridad que indicaron los maestros quienes rápidamente se organizaron y comenzaron desesperadamente a buscar entre los escombros a los estudiantes que quedaron abajo.
Hasta que todos se reencontraron y ahí “todo volvió a tener sentido”. Lourdes le contó a la prensa que todavía la situación era difícil y que aún habían niños atrapados bajos los escombros.
El día 20 acudieron como familia para tratar de ayudar en lo que fuera necesario. Por ahora, queda la esperanza de encontrar a más sobrevivientes.
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