Algunas razas de perros se han ganado una muy mala fama por la manera en que los crían para competiciones o carreras, sin embargo, no por ser de una determinada raza todos los perros van a ser iguales. Influye mucho el amor que se le entrega, las condiciones en las que viven y por sobre todo el trato que reciben.
Los pitbull o los rottweiler son quienes se ven más afectados por los prejuicios y muchas personas les temen u odian sin siquiera conocerlos. Puede que sean los perros más dulces del mundo, pero si nos hacemos una idea de ellos ya nadie nos la va a quitar de la cabeza, a menos que ocurra algo inesperado, como le sucedió a esta mujer en Suecia, cuando el pitbull de su vecino le salvó la vida.
Arjanit Mehana vivía en un departamento junto a su pitbull, Simba. El hombre se preocupaba todos los días de sacar a pasear a su perro, darle cariño y cuidarlo de la manera correcta. Pero sus vecinos no estaban felices con el can, en especial su vecina, una mujer mayor que creía que porque se trataba un pitbull era un perro violento y rabioso.
Arjanit siempre intentó explicarle que no era así, peor la señora no iba a cambiar de opinión. Prefería no ver al perro y hacía todo lo posible para que los encargados del edificio lo forzaran a abandonarlo o llevarlo a un refugio. Pero una tarde todo cambió.
Un día cuando volvían de un paseo, Arjanit y Simba pasaron frente a la puerta de su vecina y el perro se detuvo porque la puerta le llamó mucho la atención. Arjanit supuso que el perro sentía un rechazo hacia la señora después de tantos comentarios desagradables hacia el animal.
Pero Simba insistió en la puerta, llegando incluso a pararse en dos patas y rascarla con sus garras. Fue en ese instante que Arjanit agudizó su oído y escuchó una leve voz que venía del interior. La señora rogaba por ayuda.
La puerta estaba sin seguro, así que lograron entrar al departamento y en su interior estaba la dueña en el suelo, incapaz de levantarse. El primero en entrar fue Simba, quien se quedó a su lado, la señora se apoyó en el perro y logró ponerse de pie.
Luego de ese día, la señora nunca más dudó de la buena voluntad del perro.
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