El seguro de los padres de Alec Raeshawn tenía un límite d edad de 26 años. Cuando cumplió esa edad esta primavera, se encontró desprotegido completamente. No puede pagar su propio seguro ni un refill de insulina -que necesita pues es diabético. Cada refill cuesta 1.300 dólares.
Poco tiempo después de que cumpliera los 26, el joven murió solo en su departamento. Hoy, su familia se encuentra haciendo campañas para aportar donaciones a asociaciones de apoyo a personas diabéticas.
Alec murió debido a la falta de medicamentos para tratar su diabetes: así lo confirmó la autopsia.
Nicole Smith, madre de Alec, hace un llamado a las empresas farmacéuticas a bajar los costos de los medicamentos para diabéticos pues literalmente ponen en riesgo la vida de muchas personas.
“Es devastador. Yo debí estar con mi hijo, yo debería estar ahora mismo con él”, comentó a la prensa en las afueras del Minnesota State Capitol, donde acudió el 12 de mayo para compartir el caso de su hijo. “No debí enterrarlo, era muy joven. Ningún padre debería enterrar a sus hijos”.
Según la AsociaciónAmericana de la Diabetes, se estima que unos 7,5 millones de estadounidenses son insulino dependientes. Entre el 2002 y el 2013, el precio de este medicamento se ha triplicado.
Este aumento ha impactado a miles de personas que viven con diabetes. Se dice que la diabetes es la enfermedad crónica más cara en todo Estados Unidos y América Latina, con un total superior a los 374 billones de dólares por año (incluidos 15 billones sólo por insulina).
Debido a lo común que es la diabetes, los medicamentos necesarios para vivir con ella y mejorar el estado de quienes la padecen deberían ser más accesibles.
Tal y como Alec, hay muchos otros casos de jóvenes y personas de edad avanzada que han muerto por no poder costear el tratamiento que necesitan para poder vivir.
Es hora de empezar a regular los precios que las empresas farmacéuticas ponen a estos medicamentos de primera necesidad, para evitar más complicaciones y muertes.
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