El lugar común dice que el miedo nos paraliza. Quiere decir que estamos en un estado de shock o un instinto que nos dice que nos hagamos los muertos, a ver si el enemigo se centra en otra cosa y nos deja ir. El algo reflejo, un sistema de auto-preservación, porque una actitud pasiva puede ayudar a que tu agresor te ignore. Es una apuesta de nuestro inconsciente.
Y eso es justamente lo que hace este perrito llamado Cee-Lo cada vez que su cuidador lo lleva al veterinario. Más que comportarse desafiante como un lobo, actúa más como una avestruz y su lógica de que si yo no veo el peligro, el peligro tampoco me verá a mí.
Cee-Lo usa una estrategia similar a la de esconder la cabeza en la tierra: se queda absolutamente quieto, ojos fijos y en calma. Una técnica cercana a la de la tanatosis: hacerse el muerto conviene ante los depredadores, pues los animales que no son de carroña no gustan de comer animales que no hayan matado ellos.
Animales como la zarigüeya, los sapos bombinas y las serpientes hocico de cerdo son especialistas en la tanatosis. Actúan mejor que Laurence Olivier en Hamlet.
Algo similar hace la araña ladrona: el macho le entrega un insecto bien envuelto a la hembra y se hace el muerto. La hembra arrastra el obsequio a su cueva, pero el supuesto cadáver del macho va pegado. Es una estrategia reproductiva bastante desagradable, pues cuando llega a la cueva, el macho “revive” para reclamar un favor a cambio de su regalo.
Pero que el comportamiento del perrito Cee-Lo tenga una base biológica, no lo hace menos gracioso. Es muy simpático verlo congelado en la mesa del veterinario, tan comprometido con su rol de estatua como para dejar que su amo lo grabe sin chistar.
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