El ser humano es un ser complejo. El mundo en que vivimos avanza a pasos agigantados y existe mucha competitividad. Nos dicen que debemos tener “éxito”, pero ese enfoque nos ha ido alejando del camino hacia la felicidad.
Es por eso que debemos parar unos minutos y contemplar lo que nos rodea. Buscar reencontrarnos con esa felicidad tan esquiva que, curiosamente, siempre ha estado ahí.
Recuperemos esa esencia de felicidad y sencillez que teníamos cuando niños, aunque sea por un momento. Nuestra alma lo agradecerá.
Recorramos juntos aquella historia de nuestra infancia escrita por el francés Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito” en 1946. Él supo plasmar esos detalles y los dejó registrados en la que sería probablemente una de las novelas con enseñanzas más profundas y a la vez sencillas del mundo.
Fue traducida a más de 180 idiomas y encanta a niños y adultos por igual
1. Lo esencial es invisible para los ojos.
Muchos creen que lo más importante se encuentran en los bienes materiales, pero olvidan que lo más valioso no se puede tocar ni medir. Se trata de aquellas emociones como la felicidad, el amor, la bondad, el respeto, la generosidad.
2. Valorar la simplicidad de las cosas
Como cuando niños eramos felices con poco. Recordar esas emociones nos harán recordar que la vida simplemente es bella.
3. Uno siempre es responsable de sus mascotas
¿Quién no recuerda esa conversación entre el Principito y el zorro cuando se conocieron?
“Yo no te necesito, tú tampoco tienes la necesidad de mí, pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo”
4. Descubre quién eres para saber hasta dónde puedes llegar
Sin duda, ser autocrítico no es algo fácil de lograr pero es fundamental. Es la única forma de conocer tus límites y capacidades.
5. Valora el verdadero amor que recibes
En su viaje, el Principito siempre recordaba a su rosa que quedó sola en su planeta. “Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras, me perfumaba, me iluminaba. Debí haberla adivinado de su ternura, detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla”.
6. Cuando el amor significa no mirarse el uno al otro, sino mirar ambos hacia la misma dirección
Nunca debemos creer que dependemos del otro para encontrar la felicidad interior. Debemos aprender a ser primero felices con nosotros mismos para luego compartirlo con alguien más.
7. El dinero ciega de la verdadera belleza
El Principito dijo: “Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo: ‘Soy un hombre serio, soy un hombre serio’, lo que le hace hincharse de orgullo. ¡Pero eso no es un hombre, es un hongo!”
8. Valorar al otro por lo que es, no por lo que tiene
Sin duda el pequeño niño es muy sabio, ¡más que los adultos! “A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan lo esencial del mismo. Nunca preguntan: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con esos detalles creen conocerte”.
9. Lo más importante de la vida no se consigue con dinero
“Durante el encuentro del Principito con el hombre de negocios, le pregunta sobre qué hace con todas las estrellas que posee. “Nada, sólo las poseo”, le responde el financiero. “Y ¿para qué te sirve poseer las estrellas?”, le dice el héroe ficticio. —Me sirve para ser mas rico. Para comprar más estrellas si alguien las encuentra. —Pero, ¿cómo se pueden poseer las estrellas?”.
10. Cada acción nuestra tiene su consecuencia.
“Nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, o no, a una rosa”. Todo lo que ocurre y todo lo que hacemos, querámoslo o no, siempre tendrá repercusiones.
Sin duda, una historia que vale la pena volver a leer.
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