Al llegar la tercera edad, llega la jubilación, el retiro al espacio doméstico y el divorcio con la vida social. No es novedad que para muchas personas, la vida termina al llegar a la tercera edad. Bueno, al menos es una idea que está muy arraigada en la sociedad. Sin ir más lejos, un anciano no produce nada, se convierte en un ser pasivo que espera su último respiro. En resumen, se deja de existir, pero ésta es sólo una arista y una forma de ver la tercera edad, pues el dejar de producir dinero no necesariamente significa ser inútil, ya que hay muchas maneras de ser útiles y estar activos.
En esta ocasión, te presentamos a Sara, ella tiene casi 80 años y no está dispuesta a olvidar sus sueños, sólo porque la sociedad considera que a su edad debe ocuparse de los nietos, el hogar y la cocina. Sara originaria de Buenos Aires, Argentina y ha decidido que sus ganas de recorrer las tierras del sur del continente americano en una casa rodante no pueden esperar.
Para poder hacer una realidad su deseo, Sara vendió su hogar, su auto y todas sus cosas. Con el dinero que recibió por las ventas se compró una casa rodante. Por supuesto que todo esto fue en contra de la voluntad de sus hijos y demás familiares y Sara comenzó su viaje más largo y placentero de la vida entera. En ella ha podido visitar distintas tierras, entre ellas Uruguay y Brasil, pero aún le faltan kilómetros por recorrer.
Como podemos deducir, las experiencias no tienen fecha de expiración. Los sueños se pueden cumplir en cualquier momento de la vida, porque lo único que necesitamos es estar vivos, tener disposición para asumirlas y salud para poder disfrutarlas.
Esta abuela nos ha demostrado que no hay límites ni momentos fijos para realizar nuestros sueños. Sólo se trata de tener la valentía para poder llevarlo a cabo.
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