Las estadísticas nos dicen que vivimos en el tiempo más tranquilo y seguro de toda la historia de la humanidad. Pero tampoco está como para relajarse, pues el mundo sigue siendo un lugar peligroso.
Por ello, decidimos reunir para ti 7 hábitos que harán de ti una persona con mayor seguridad y que corre menos riesgos.
Celular cargado, dinero y llaves
Si adquieres el hábito de chequear tus bolsillos cada vez que sales de casa, debes tener siempre en cuenta tus llaves, dinero y un móvil cargado. Puedes olvidar cualquier cosa, pero estos tres objetos siempre deben estar al alcance de tu mano.
Es que en caso de emergencia, siempre debes tener la oportunidad de llamar para pedir ayuda o volver a casa. El celular puede salvarte la vida a ti y a otras personas (si eres testigo de una emergencia, por ejemplo). Nunca olvides recargar la batería de su teléfono antes de salir.
Pide disculpas si te tropiezas con alguien
Es una buena costumbre: incluso si estás seguro que no fue tu culpa, cuando tropieces con alguien detente un momento y pide perdón antes de seguir adelante.
Nunca sabes quién es la persona con la que tropezaste. Puede ser alguien que lleve armas, haber consumido muchas drogas o alcohol y puede sentirse muy enojado o molesto por una situación así. Y una simple disculpa puede ayudarte a evitar un gran peligro.
Encentra siempre tres salidas, por lo menos
Sea en un concierto, el supermercado, una librería, la escuela, la estación de tren, tu oficina, el aeropuerto, etcétera. Apenas llegues a un lugar, siempre detecta enseguida tres salidas y memoriza cuál de ellas se encuentra más cerca tuyo. Continúa observando hasta que halles otras 3 maneras de salir del sitio.
Incluso si hay sólo una puerta, puede haber otras formas de escape ante una emergencia, como ventanas bajas y grandes.
Si sucede algo malo, será demasiado tarde para buscar las salidas, pero si ya las memorizaste con antelación podrás empezar a evacuar de inmediato y de modo automático.
Juega a “encontrar al tipo malo”
Este es un pequeño y divertido juego que te puede salvar del peligro: cuando te encuentres en una calle o en el transporte público, échale un vistazo al resto. Pregúntate quién puede ser “el hombre malo”. Quizá veas a aun hombre que apunte a ser el culpable, el asustado o el enojado del lugar. Tal vez esta persona observa fijamente a alguien o mira nervioso a su alrededor.
Esto es importante porque rara vez nuestra intuición se equivoca: si alguien alrededor tuyo te parece peligroso, probablemente lo sea. No le quites la vista o aléjate de él.
En el avión calcula cuántas filas te separan de la salida de emergencia
Cuando ya estés ubicado en tu asiento, cuenta el número de filas que separan a tu silla de la salida de emergencia más cercana y tenlo presente.
Si el avión se llenara de humo, por ejemplo, la iluminación de fondo puede no ser lo suficientemente brillante como para poder guiarte. Pero si supieras que entre tu asiento y la salida de emergencia hay 9 filas, por ejemplo, podrás moverte contando los reposacabezas de los asientos.
Entrena tus manos
Las manos se cansan más rápido que cualquier otro músculo. Entrénalas a diario, aumentando la resistencia de forma gradual con la ayuda de pequeños expansores carpianos.
Es importante porque en muchas situaciones de emergencia, quienes escaparon por sí mismas de edificios o vehículos, se vieron obligadas a estar colgadas o agarrándose a algo pequeño. Un fuerte agarre y unas manos entrenadas te permitirán sostenerte el tiempo que sea necesario.
Sube la cabeza y muévete lentamente
Cuando siente el peligro, la gente suele bajar la cabeza instintivamente y acelerar el paso. Pero se debe hacer lo contrario: levantar la cabeza con seguridad y reducir la velocidad al mínimo.
Y es que cuando bajas la cabeza y aceleras el paso, tú eres la presa sin importar de adónde provenga la amenaza (un perro, una banda de matones). Ralentiza tus movimientos, sube la cabeza y mira hacia el lado para usar tu visión periférica para el peligro.
Cómo salir de un auto que se está hundiendo
Primero, desabrocha tu cinturón de seguridad y, en lugar de abrir la puerta, baja la ventana. Si no puedes hacerlo, rómpela usando una herramienta o lo que tengas a mano.
Tienes sólo un minuto para escapar así que no pierdas el tiempo intentando abrir la puerta, que no cederá nunca debido a la presión del agua.
¡Compártelo para que todos estén alerta!
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